Cada año la misma historia. Desde el magnífico Pro Evolution Soccer 6 y tras una hecatombe futbolística de la mano de la entrada en la nueva generación, la saga deportiva de Konami vuelve cada año con más fuerza que el anterior y ya son demasiadas las veces que hemos oído o leído aquello de “este año sí”, “vuelve el mejor PES” y un larguísimo etcétera.

Es cierto que lo mismo ocurre con FIFA, aunque de otro modo; en el terreno de Electronic Arts cada año se habla de encontrarnos con la mejor entrega de la franquicia lanzada hasta ahora, una repleta de novedades y llamada a corregir los fallos que sigue arrastrando la marca. Y, de nuevo, ya son demasiados años sin cambios lo suficientemente rotundos o necesarios como para insuflar algo de aire fresco a su anquilosada propuesta futbolística.

Un servidor dejó de lado la saga de Konami con la entrada de la nueva generación en pos de un FIFA que, con David Rutter a la cabeza, consiguió alzarse de forma indiscutible con el título del rey del fútbol. ¿El problema? La falta de competencia real por parte de PES ha hecho que Electronic Arts haya dejado de pisar el acelerador y llevemos demasiadas entregas con mejoras testimoniales, añadidos intrascendentes o, directamente, pasos atrás en lo jugable; por no mencionar, evidentemente, un apartado técnico que sigue siendo demasiado semejante a lo que ya veíamos hace cinco años.

Es por ello que cada vez es más necesaria la presencia de un rival de entidad con el fin de reactivar una disputa futbolística que solo haría que beneficiar a todos los jugadores. Mis primeras sensaciones con Pro Evolution Soccer 2016, tras más de 50 partidos a su demo, son positivas pero siguen estando ahí ciertos factores ajenos a lo estrictamente jugable que frenan el correcto crecimiento de la franquicia.

Empecemos por lo más evidente: con la entrega de 2016 nos podemos olvidar del exagerado input lag (o retardo en la respuesta de nuestros jugadores) y de ciertos defectos técnicos que empañaban la experiencia. PES 2016 es un juego mucho más pulido y entero en todos los aspectos y, lo mejor, no nos costará demasiado entrar en el ritmo del juego y disfrutar de la propuesta de Konami.

Si hablamos de ritmo cabe decir que esta entrega es, quizá, la más afinada en lo que a plasmar lo visto en el fútbol real: predomina el toque y el juego en el medio campo pero no será extraño que el partido se “rompa” y se sucedan las idas y venidas entre un área y la otra. Personalmente, prefiero sobremanera lo que propone PES 2016 al respecto que los correcalles en los que se terminaron convirtiendo los últimos FIFA.

Otro de los puntos flacos de la marca de Konami ha sido siempre el de las animaciones y las transiciones entre éstas. Lo robótico y ortopédico de estos movimientos en las últimas entregas solo sigue dejándose ver en algún que otro momento concreto pero, en general, esto mismo se ha convertido en uno de los grandes atractivos de la nueva entrega; no solo cada jugador importante es rápidamente reconocible por su forma de moverse si no que son centenares los movimientos que, partido a partido, siguen sorprendiendo.

En el lado negativo de lo jugable encontramos unos porteros que siguen sin ser todo lo fiables que deberían (nada alarmante ni continuado pero sí nos hemos encontrado con un puñado de errores garrafales en nuestros partidos) o unospases largos en profundidad que dejan algo que desear, siendo realmente difícil dotarlos de la precisión y fuerza deseadas y, sobre todo, viniendo acompañados de una física del balón un tanto extraña.

Pro Evolution Soccer 2016 es, sin duda, el mejor PES lanzado desde 2006. ¿Pero es eso suficiente? Las licencias y los modos de juego en FIFA siguen siendo un valor diferencial y desde Electronic Arts prometen haber corregido los grandes desperfectos de su última entrega (aún así, se sigue arrastrando un motor técnico con demasiados defectos). Para un servidor, gran aficionado de la Premier League y jugador asiduo de FUT, FIFA sigue siendo la elección lógica pero, por suerte para todos, parece que la competición entre ambas franquicias puede ya considerarse de igual a igual. Ninguna de las dos propuestas futbolísticas de este año serán perfectas pero sí tendrán el suficiente empaque y serán lo suficientemente diferentes para favorecernos a nosotros, los jugadores.