Me formulé esta pregunta un día gracias a mi sobrina cuando me pidió un vaso con agua.

Al escuchar su petición, tome un vaso y lo coloque justo debajo de la llave despachadora, le dije a ella que presionara el botón sin saber que nunca lo había logrado, sólo se lo pedí por el simple hecho de "hacer equipo".

Resulta que ese garrafón es de esos que tienes que presionar hacia abajo un botón (el cual esta un poco duro para un niño) de hule para que te dispense el agua, se necesita aplicar cierta fuerza para que se presione hasta abajo, además de que el garrafón se encontraba en una posición alta para ella por lo cual se le dificultaba llegar a aplicar la fuerza adecuada.

Primero no pudo pero le dije que lo hiciera un poco mas fuerte, al segundo intento el agua comenzó a caer sobre el vaso, se le dibujo una sonrisa inmensa que no cabía en su rostro, la escuché decir casi murmurando para sus adentros: "ya pude! ya sé servirme agua".

La vi ir a decirle a toda la gente alrededor que ya sabia servirse agua, a mi hermano lo llevo hasta el garrafón para demostrárselo. Creo que él no se dio cuenta de que era algo que nunca había podido hacer, pero no importa, igual ella era feliz.

No pude evitar sentirme feliz por ella y su nuevo logro en la vida, pero tampoco pude evitar pensar con cierto grado de melancolía:

  • ¿En que momento del camino las cosas simples dejan de ser suficientes?
  • ¿En que momento empezamos a competir en lugar de intentar superarnos a nosotros mismo?
  • ¿Cuando fue la ultima vez que aprendí algo nuevo?... y cuando sucedió ¿me puse así de feliz por mi logro?

Nos educan para ser liebres, para ser los primeros en todos antes que todos, de prisa. Pareciese que todos tenemos miedo de salirnos de la fila y que alguien mas nos gane nuestro lugar que lleva hacia ninguna parte. Cuando lo que a veces hace falta es ser tortuga... y disfrutar el recorrido.